El Foro Económico Mundial, que anualmente se reúne en la ciudad suiza de Davos elaboró el informe anual sobre la transición energética. El reporte analiza el desempeño de los países en el marco del cambio climático. La Argentina alcanzó el puesto 47 de 115 países en el último año.
La Argentina subió nueve puestos en el índice de transición energética que mide el Foro Económico Mundial de Davos, donde se evalúa el desempeño de 115 países. En el último año, el país avanzó del puesto 56 al 47 en 2021, según el índice de transición energética (ETI, por sus siglas en inglés) que se realiza desde hace una década y establece una puntuación a los distintos países sobre el avance hacia las energías limpias.
Un dato destacado del informe tiene que ver con que en los últimos 10 años la inversión global sobre las medidas vinculadas a la transición energética se duplicó a nivel mundial. Mientras que en 2010 los fondos destinados fueron de alrededor de US$ 250.000 millones, en 2020 -pese a la pandemia- esa cifra alcanzó los US$ 500.000 millones. Sin embargo, el reporte afirma que “se necesitan más esfuerzos para mejorar la calidad del suministro eléctrico en las zonas electrificadas. Esto es fundamental para la prestación de servicios públicos, como los programas de pruebas y de vacunación contra el Covid-19”.
Qué mide el índice de transición energética
El informe es realizado por Foro Económico Mundial y Accenture, una compañía global de servicios y consultorías, y muestra el avance de la transición energética en la última década a partir de medir el panorama energético mundial y el cambio climático. El índice compara el desempeño actual de los sistemas energéticos de 115 países en tres dimensiones: desarrollo y crecimiento económico; sostenibilidad ambiental y seguridad energética; y, por último, acceso a la energía.
También, el ETI analiza la disposición para la transición a sistemas energéticos seguros, sostenibles, asequibles e inclusivos en los países de los cinco continentes. Según el informe, todos los países mejor calificados que se mantuvieron constante durante la última década comparten datos comunes como la bajada de subsidios a los combustibles fósiles, una seguridad energética mejorada y un marco normativo sólido y estable para impulsar la transición energética, destaca el comunicado difundido hace pocos días por el Foro Económico Mundial.
Sin embargo, los resultados también muestran que solo el 10% de los países lograron mejoras constantes en su puntuación en el ETI durante la última década. Este dato “resalta la complejidad inherente del desafío de la transición energética, como es evidente, por la falta de progreso medible en la dimensión del crecimiento y el desarrollo económico, principalmente a través de las implicaciones fiscales, las dislocaciones del mercado laboral y los desafíos de asequibilidad resultantes de la transición energética”.
El informe sugiere tres recomendaciones para el proceso de transición energética:
1- Buscar una transición justa priorizando medidas de apoyo a la economía, la fuerza laboral y la sociedad.
2- Impulsar la electrificación mientras se exploran otras opciones para descarbonizar las industrias.
3- Atraer fuentes de capital diversificadas y resilientes del sector público y privado para financiar inversiones de varios años y varias décadas.
Ranking
Los 10 principales países del ETI 2021 pertenecen a Europa: Suecia lidera la lista de 115 países por cuarto año consecutivo, seguida de Noruega y Dinamarca. Luego figuran Suiza, Austria, Finlandia, Inglaterra, Nueva Zelanda, Francia e Islandia.
Entre los países desarrollados, con grandes emisiones de CO2, le sigue Alemania en el puesto 18, Estados Unidos en el 24, Italia en el 27 y Japón en el 37. El gigante asiático China está en el puesto 68 del ETI, mientras que la India está 87, que colectivamente representan un tercio de la demanda mundial de energía y han logrado grandes mejoras en la última década pese a que el carbón sigue siendo fundamental en su matriz.
Según Roberto Bocca, Jefe de Energía y Materiales del Foro Económico Mundial, “a medida que entramos en la década de acción para cumplir los objetivos de lucha contra el cambio climático, el enfoque también debe abarcar la velocidad y la resiliencia de la transición. Cuando la transición energética tenga una madurez suficiente, resultará más desafiante sostenerla en el tiempo dado el cambiante panorama de riesgos a los que se enfrenta”.
Según Muqsit Ashraf, director general senior y responsable de la actividad energética de Accenture, indicó que “una transición energética resiliente y justa que ofrezca resultados sostenibles y oportunos requerirá una transformación en todo el sistema, incluido el replanteamiento de la forma en que vivimos y trabajamos, impulsamos nuestras economías y producimos y consumimos materiales. Esto, a su vez, requerirá una fuerte colaboración entre los responsables políticos, líderes empresariales, consumidores de energía y actores de la innovación”. “El camino para lograr una transición tan equilibrada ha sido arduo y lento, pero está cobrando impulso y ofrece a los países y a las empresas múltiples oportunidades de crecimiento y prosperidad a largo plazo”, añadió.